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Yo, máscara y reflexión

Jesús Padilla Gálvez


En un momento de lucidez, Wittgenstein plantea la siguiente cuestión: ¿es impensable una filosofía que sea diametralmente opuesta al solipsismo y al egocentrismo? Con ello da por cierto que cualquier propuesta que aclare las estructuras del sujeto se adentra en un laberinto solipsista y egocéntrico de cual es difícil salir. Ya de entrada debería admitirse que me inclino a pensar que tan inquietante cuestión debe tener múltiples respuestas para el dilema presentado. Así, al menos piensa el autor de este libro, que nos propone una respuesta compleja al perfeccionar nociones tan dispares como conciencia, autoconciencia, objetividad versus subjetividad, mentira o autoengaño, conformando instrumentos heurísticos tan complejos como juego del lenguaje, autorreferencia o identidad. Parte de la solución consiste en señalar que el argumento contra el lenguaje privado nos puede salvar del error cartesiano. En este libro se presentan investigaciones y reflexiones sobre cuestiones de la filosofía de la psicología basada en la obra de Ludwig Wittgenstein y su método de análisis lingüístico. Este proyecto está motivado por dos carencias: primero, la falta en los estudios psicológicos de un examen detallado de la gramática filosófica del pronombre personal; y, segundo, el que los estudios sobre la subjetividad no tienen en cuenta aquella observación en la que se afirma que el análisis de la subjetividad ha de exteriorizar la indeterminación correctamente y no adulterada (Investigaciones filosóficas, II/XI, p. 518). Esta observación se transforma en una conjetura que postula que la tendencia de toda teoría de la subjetividad es indeterminada. Este es pues, el punto de partida para su investigación.


Los primeros capítulos del libro indagan acerca de las diferentes teorías de la subjetividad que generan estructuras egocéntricas en sus propuestas o contienen errores metodológicos; teorías asentadas sobre un uso indebido de los viejos conceptos y sus correspondientes técnicas que complican el estudio de la subjetividad. Estos conceptos se dilucidan mediante las relaciones “mente-cuerpo”, “imaginación-percepción”, o “percepción sensorial”, “memoria”, e incluso, “yo” y “conciencia”. Los capítulos restantes presentan algunos resultados interesantes obtenidos en sus investigaciones acerca de la conjetura de Wittgenstein.


La primera cuestión que analiza el autor gira alrededor de cómo manejar la indeterminación de estos conceptos psicológicos. En la introducción, se describen los procedimientos usuales en la que se expresa la indeterminación sobre la base de conjeturas Wittgenstein: la descripción detallada de las relaciones lógicas entre los términos; la clarificación de las relaciones estructurales entre diferentes campos conceptuales; el examen detallado del uso que hacemos de los términos involucrados en un campo en particular, en este caso, los implicados alrededor del término “subjetividad”.


En el primer paso el autor desarrolla ideas sobre el origen del solipsismo. Describe el programa mitológico de la subjetividad, poniendo en confrontación ego cartesiano y el yo de carácter enfático postulado por don Quijote, que exhibe al enunciar las palabras “yo sé quién soy” ya que supuestamente afirma que tiene plena consciencia de quién es; conciencia de sí mismo, de lo que es y certeza de lo que puede llegar a ser. Estas cuatro palabras definen concisamente el programa mitológico de la subjetividad moderna. El segundo paso presenta la noción de individuo que consta de intereses propios. Este individuo se adscribe un significado constante e inalterable en tanto que en su larga vida siempre se adscribe a sí mismo el pronombre personal “yo” para identificarse ante otros. Destaca en este ámbito la confusión generalizada entre similitud e identidad y entre identidad e igualdad.


En un tercer paso se analiza el método cartesiano y se exhiben los errores de este filósofo en la construcción de una teoría del sujeto cuyo portador es el pronombre personal en primera persona. Discute tres argumentos: pone en duda la creencia en la percepción de los sentidos; el argumento del sueño; y el escepticismo radical establecido por el mal genio. El error más significativo es abordar las ideas como objetos, y dejar de lado el que estamos frente a formas de ver y percibir.

El siguiente paso se ocupa de la confusión generada por la noción de identidad. Un análisis sistemático del término “identidad” permite demostrar que, dependiendo de su punto de vista que adoptemos, se altera nuestra teoría sobre la identidad de la subjetividad considerablemente. Describe dicha cuestión como es formulada por los antiguos griegos así como las propuestas llevadas a cabo por Hume y Leibniz.


En el siguiente paso se analiza pormenorizadamente el punto de vista kantiano acerca del “yo” con el fin de aclarar las estructuras de la conciencia de sí mismo. Lo más curioso del asunto es que Kant incorpora y hace suyo un vocabulario del discurso político de la ilustración alemana al desarrollar su proyecto. El autor señala que el discurso idealista utiliza el pronombre personal en primera persona de manera diferente a la forma en que se usa en el lenguaje común. También considera la teoría de la subjetividad desarrollada por S. Freud, indicando que este se hace eco de la terminología procedente de la ingeniería mecánica y de la teoría dinámica. Tanto Kant como Freud, fracasan en sus intentos de analizar la subjetividad y la conciencia debido a que la terminología usada para su proyecto son meras prestaciones inadecuadas al proyecto psicológico. Ambos fantasean y simulan un lenguaje de la subjetividad que no puede dilucidar las estructuras lingüísticas que utiliza el pronombre personal cuando se refiere a sí mismo. La semántica y la gramática usada en el lenguaje político así como en la ingeniería mecánica y la teoría dinámica generan una coerción cognitiva sobre la subjetividad.


El siguiente paso se encarga de analizar algunos de los juegos de lenguaje que usamos para describir la conciencia de sí mismo. Este es un ejemplo del tipo de análisis propuesto por el autor para el estudio de la subjetividad. Para ello presenta el método desarrollado por Wittgenstein para acceder al pronombre personal “yo” mediante la descripción de las estructuras que utilizamos en nuestro discurso del pronombre personal en primera persona y descubrir el engaño que comete el portador cuando se utiliza el “yo” en el lenguaje corriente. El argumento central intenta demostrar que a través del estudio del uso del lenguaje en el que está involucrado el pronombre personal se pueden descubrir ciertas funciones de la subjetividad. El método propuesto por Wittgenstein implica un fuerte componente terapéutico por los que se pueden generar ciertos beneficios para el lector. Por lo tanto, si comprendemos que ciertos juegos de lenguaje pueden mejorar nuestra estructura cognitiva, comprenderemos la función que adquiere el uso correcto de nuestra lengua para el estudio de la subjetividad y su correspondiente perfeccionamiento.


El siguiente paso muestra el daño que el punto de vista solipsista genera en nuestro sistema cognitivo. Para ello se introduce al solipsista como una persona que introspectivamente piensa que su forma de ver el mundo no puede ser compartida por otros. Por ello es importante que exijamos una explicación de las vivencias que presumiblemente tiene introspectivamente. Como el solipsista sólo tiene acceso a sus vivencias, entonces siempre que le exijamos que nos dé una explicación de sus vivencias podrá alterar o cambiar la descripción de la misma arbitrariamente. Este solipsista no es más que un individuo que domina el arte de la simulación y la hipocresía moderna ya que, lo que llamamos “solipsismo” no es otra cosa que un procedimiento introspectivo que depende del propio sujeto sin que este pueda alterar ni cambiar el lenguaje que aplica con fines filibusteros ...




Jesús Padilla Gálvez. Profesor de la UCLM. Traductor de L. Wittgenstein, K. Gödel y R. Carnap, entre otros. Últimas publicaciones: Formas de vida y juegos del lenguaje (Plaza y Valdés, Madrid/México 2013), Hacia la representación perspicua. Wittgenstein 2 (Tirant Humanidades, Valencia, 2014).



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