Teoría y praxis políticas en la Grecia antigua
Pedro Barceló y David Hernández de la Fuente
La idea de presentar un estudio de conjunto de la historia del pensamiento político en la Grecia antigua surgió a partir de las conversaciones y los seminarios de los dos autores entre España y Alemania sobre los temas de nuestras dos especialidades y ante la constatación de que un libro así era realmente una carencia en la bibliografía académica en español. El objetivo primordial de esta obra era el de investigar en la historia de la teoría política y profundizar en las perspectivas que para esta disciplina en la actualidad –tanto el estudio jurídico y político del hecho del estado como las reflexiones teóricas de la filosofía política desde 1945 a nuestros días– podría aportar una reconsideración histórica de la experiencia política en el mundo griego antiguo. Huelga decir que la génesis del arte de gestionar la cosa pública se encuentra en la Grecia antigua, fragua de las ideas que han marcado las pautas del quehacer político hasta hoy día. No en vano, el vocabulario político de nuestra civilización es un fiel heredero de Grecia: política, economía, monarquía, anarquía, oligarquía, tiranía, aristocracia, democracia, clero, liturgia o incluso iglesia (la antigua ekklesia)– atestiguan no solo la trascendencia del legado heleno, sino también la transformación de estos conceptos básicos de la doctrina política a lo largo de los siglos y la reflexión sobre la derivación de su significado con respecto a su valor original. Se trataba, en fin, de repensar Grecia a raíz de la situación actual de los estudios sobre política, historia y filosofía o, viceversa, si se quiere, de preguntarnos por la política actual –inevitablemente desprestigiada, como sabemos– a través de una mirada al pasado.
Lo cierto es que, desde muy temprano, el debate político ocupó preferentemente a los griegos: y no solo a los teóricos de la filosofía política, como podría pensarse, sino también a los ciudadanos que se esforzaban en implementar determinadas doctrinas políticas en los diferentes estados. En efecto, la discusión en torno a los modelos de estructuración política –monárquico, oligárquico o democrático– se puede atestiguar en la mentalidad griega desde muy antiguo, como recoge, de forma paradigmática (y puesta en boca curiosamente de personajes persas) el historiador Heródoto de Halicarnaso. Obviamente, será la Atenas de la sofística y, posteriormente, la contestación a los problemas políticos por parte de Platón o Aristóteles la más clara manifestación de una teoría política griega. Pero, como queremos subrayar en una de las tesis principales de este libro, el debate acerca del modelo óptimo de convivencia se puede sondear ya desde las formas incipientes del quehacer político en los poemas homéricos y en la lírica arcaica o la tragedia. Por eso hemos tratado de penetrar en los antecedentes, la materialización y las consecuencias del pensamiento político en el periodo que transcurre entre estas figuras emblemáticas de la cultura universal, Homero y Platón, junto con la crítica a sus planteamientos por parte de su discípulo Aristóteles.
Al conceptualizar los fenómenos políticos de la antigüedad griega a través de un vocabulario tradicional que proviene de la teoría política moderna, se suelen plantear, a veces de manera imperceptible o casi inevitable, problemas de apreciación que solo es posible enmendar mediante el recurso a un contexto histórico que nos permita valorar adecuadamente la génesis de las ideas políticas, los distintos grados de su materialización, así como la posterior evolución de las respectivas formas de gobierno. Un ejemplo muy sencillo: aunque la voz política (derivada de polis) es de origen heleno, no existe sin embargo nada equivalente al término “estado” en el amplio sentido que damos actualmente a esta noción y que englobe toda la carga semántica que dicho término atesora. Para intentar describir esta idea solemos remitirnos más bien a un cúmulo de fórmulas aproximativas a través de las cuales nos acercamos gradualmente a los elementos que definen la esencia del concepto. Para resaltar el componente personal de cualquier asociación política griega y especialmente su peculiar manera de autogobernarse encontramos en las fuentes expresiones como ta pragmata ton panton, (homologable a la res publica de los romanos). También se puede aducir en este contexto un ethnikon en forma de masculino plural tal como hoi Athenaioi para designar a un determinado colectivo que ejerce el derecho de soberanía en un sistema político (en este caso el ateniense). En tercer lugar, cuando se pretende aludir al gobierno o a las competencias de los magistrados encargados de regir una comunidad, encontramos en las fuentes términos como he arche o he koirania o to kratos (este último sinónimo de la noción de estado en el idioma griego moderno). Es solo una breve muestra del trabajo preliminar que hemos abordado en el plano conceptual.
Salta a la vista que son varias las cuestiones metodológicas que se desprenden de la empresa de elaborar una historia del pensamiento político griego. Resumiendo mucho, la principal dualidad en la historia de la investigación se encuentra en la contraposición de quienes escriben una historia de las formas políticas en la Grecia antigua –casi siempre desde el punto de vista de la historiografía tradicional, evenemencial y política–, y quienes se dedican a analizar la historia del pensamiento político abstracto, desde las premisas metodológicas de la filosofía política. Tradicionalmente, la primera aproximación ha tenido en cuenta tanto las fuentes literarias como la documentación procedente de la arqueología y de la historia de la cultura material, mientras que la segunda, también siguiendo una larga escuela, se ha basado en el examen filológico de los textos de los filósofos y teóricos políticos y en su comentario adaptado a las tendencias exegéticas de cada momento en la literatura secundaria. Para la primera metodología resulta válido indagar en testimonios arcaicos, mientras que la segunda circunscribe el pensamiento político a los filósofos, y especialmente a Platón y Aristóteles.
A partir de nuestros propios intereses y perfiles de investigación, hemos tratado de combinar ambas tendencias en la certeza de que solo así se puede ofrecer un panorama cabal de la cuestión, sin anacronismos y dando buena cuenta de la perspectiva histórica. Obviamente, cada uno de los dos autores, aunque firmamos el libro en conjunto, hemos desarrollado en él preferentemente nuestras áreas específicas de investigación respectivas: por una parte, el trabajo histórico sobre las fuentes literarias de la Grecia arcaica y clásica en torno a la política; por otro, el estudio de las propuestas utópicas y filosóficas del final de la época clásica y de la transición al helenismo (en especial Platón y Aristóteles). La combinación entre ambas áreas nos parece quizá lo más interesante de esta propuesta, superando una tradicional división. En efecto, ya durante la Antigüedad se atestigua el tradicional encomio como maestros del arte de la política de las figuras de poetas como Homero y Píndaro, legisladores como Solón o Licurgo, dramaturgos como Esquilo o Sófocles o pensadores presocráticos como Pitágoras y Parménides. Por ello no podíamos ceñirnos exclusivamente a la filosofía platónica o aristotélica para una historia del pensamiento político antiguo, pese a ciertas posturas que consideran que solo ahí se encuentra la verdadera teoría política griega. Así, la base documental de la obra se asienta primordialmente, junto a otros testimonios históricos, sobre el análisis detallado de la tradición literaria griega: Homero, Hesíodo, los poetas líricos, los grandes dramaturgos –Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes–, historiadores como Heródoto, Tucídides y Jenofonte y los teóricos Isócrates, Platón y Aristóteles. Por otro lado, la evidencia arqueológica y las fuentes iconográficas tampoco pueden ser descuidadas, pues si ya en el urbanismo de la polis están implícitas ciertas ideas acerca de participación ciudadana, los logros arquitectónicos o artísticos del Partenón, Delfos, la estatuaria de los llamados “tiranicidas” o los vasos áticos revelan, más allá aún, programas ideológicos y propagandísticos de hondo calado para la comprensión del pensamiento político griego.
Lejos de trazar una línea divisoria entre historia, filología y filosofía, nuestra aproximación propone aunar estas disciplinas y defiende la validez de un estudio de la historia del pensamiento político griego desde los propios orígenes del mundo heleno, en la época homérica, hasta su concreción filosófica en la obra de Platón y Aristóteles. Y ello porque las doctrinas que conforman la política en la Grecia antigua se concretan no solo en la teoría, sino también en la praxis política atestiguada en el devenir histórico de la Hélade. De ahí el subtítulo de esta obra, entre la aproximación teórica y la práctica política, entre el mundo homérico y los albores de la edad helenística. Theoria cum praxi, el lema de G. Leibniz, bien puede servir de inspiración para esta historia de las doctrinas políticas griegas, tal y como históricamente combinaron los griegos ta pragmata (“las ocupaciones”, y específicamente las políticas), y he theoria (“la contemplación” filosófica).
Pedro Barceló. Es catedrático de Historia Antigua y director del Instituto de Historia de la Universidad de Potsdam; anteriormente fue catedrático en Eichstätt, Heidelberg y Erfurt. Ha sido docente invitado en el Collège de France y en la Universidad de Pretoria, entre otras instituciones. Es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia (Madrid) y doctor honoris causa por la Universitat Jaume I de Castellón. Como premio a su trayectoria investigadora, ha obtenido recientemente la «Cátedra de Excelencia» de la Universidad Carlos III de Madrid. Dirige el Grupo europeo de investigación histórica «Potestas».
David Hernández de la Fuente. Es escritor y profesor universitario. Doctor en filología clásica y sociología, ha sido profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Potsdam y lo es actualmente en la UNED. Investigador invitado en diversas universidades de Europa y América, ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales, como el Premio Pastor de Estudios Clásicos (2005), la Beca Juan de la Cierva (2005), el Humboldt-Forschungsstipendium (2009), la Beca Ramón y Cajal (2011) o el Burgen Scholarship Award (2014).